Todólogos

El buen opinador destaca por saber de todo, son los conocidos por estos lares como todólogos. Sea cual sea el tema en cuestión enseguida encontrará un aforismo de cuñado para soltar en mitad de la conversación, a veces incluso inventando datos porcentuales para darle un tono de veracidad al argumento. ‘El 65% de los noruegos es ateo’, por ejemplo. O, ‘los italianos comen pasta todos los días de la semana, y un 40% también los fines de semana’. Como ven son sentencias difíciles de rebatir, ideas rescatadas con pinzas del maremagno de información que nos asalta cada día desde cualquiera de nuestros dispositivos electrónicos. Son titulares sin profundidad, sin ningún contenido, que circulan de cabeza pensante en cabeza pensante hasta convertirse en dogmas. El titular es el gran fraude del periodismo moderno.
Pero permítanme hablarles con franqueza. Todo este desvarío sobre los todólogos, sean aficionados o profesionales, como sin ir más lejos este servidor que ejerce tan prescindible labor cada viernes en el periódico que tienen ante sus ojos, viene porque en realidad uno a veces ya no sabe cómo enfrentarse a la ardua y cínica tarea de escribir unas cuantas líneas sobre ciertos temas que no merecerían más que dos palabras. Un par de palabras que este poco inspirado columnista ni siquiera logra encontrar pero que, para entendernos, serían exactamente lo contrario de aquellas otras dos que pronunció el torero más famoso de Ubrique: “im-prezionante”. Ahí está, ese es el truco, apelar a la fina ironía (a veces también a la gruesa, cuando no al más burdo sarcasmo) y a algo que es tan importante para andar por el mundo como respirar: el sentido del humor.
Y así, con discutible comicidad y un poco de verborrea vamos cumpliendo el trámite de redactar esta columna de opinión. El caso, y para que no quede ninguna duda, es que uno nunca se ha sentido cómodo con el pomposo y estirado apelativo de opinador. Y aunque a estas alturas ya se habrán percatado de que este discurso sobre la pequeñez del todólogo tiene una clara vocación de neutralizar posibles y ridículas vanidades personales, por si les quedara (me quedara) alguna duda sobre la verdadera naturaleza que esconde el ufano ejercicio de opinar, ahí van unos cuantos sinónimos del verbo en cuestión: juzgar, valorar, pensar, exponer, decir, creer, considerar, estimar…
En fin, comprenderán ahora por qué a veces uno se siente bastante estúpido cuando pontifica con atrevido descaro y sin asomo de rubor sobre cualquier tema que se le ponga por delante, cuando ejerce de todólogo profesional.